Ángel G. Quintero redactó Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 en los setenta. La versión publicada recientemente no es muy distinta de la anterior, que como nos advierte el autor se publicó como un documento de su época, tal y como fue redactado originalmente, con el lenguaje, conceptos e información que el autor manejó entonces. Quintero desempolvó su escrito para proveernos un recurso con el cual comprender mejor la hoy “desautorizada ilusión autonomista” del Estado Libre Asociado y el fracaso del proyecto desarrollista basado en la industrialización por invitación, aparte de vislumbrar la crisis ideológica del Partido Popular Democrático. Efectivamente, Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 es un recurso valioso para escrudiñar estas cuestiones, en particular por la atención que el autor les presta a los conflictos de clase. Como concluyó Érika Fontánez Torres en su reseña del libro:
El análisis que hace Quintero Rivera en Bases Sociales nos sirve como referente acaso para encontrar similitudes, continuidades o quizás para encontrar metodologías para analizar y entender. Entender, entender, entender desde la intersección de clase con otros parámetros sí, pero no en exclusión de esta, diría yo, es indispensable para poder imaginar un mejor futuro.
El libro, producto del subsecuente desarrollo de una ponencia para un foro organizado por la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico en 1975, pretende demostrar cómo las simientes de las “transformaciones problemáticas” del Partido Popular Democrático (PPD), de los cambios en su orientación política a través del tiempo, estuvieron presentes desde los orígenes del partido. Quintero nos provee una crítica ideológica desde la perspectiva del materialismo histórico, una desmitificación de los relatos y crónicas tradicionales y profundamente mitologizadas de los comienzos de ese pretérito partido. En ese sentido, y como concluye Mario R. Cancel en su reseña del libro, el análisis materialista-histórico de Quintero no deja de ser sugestivo para los estudiosos de las cuestiones culturales. Como también explica Cancel, el libro de Quintero:
Se apoya en numerosos indicadores económicos, ideológicos y culturales que dejan en el lector la impresión de una movilidad social densa que ha sido poco estudiada: clases sociales que se disuelven, otras que se reformulan y ajustan a la nueva realidad y algunas que desaparecen. La exploración de aquella dinámica le sirve para explicar el revisionismo político y la emergencia de nuevos proyectos y discursos.
Sobre la ubicación teórica del texto
El libro de Quintero es producto de un análisis materialista-histórico de las transformaciones del PPD, propio de la tradición marxiana. El autor relaciona las variaciones ideológicas del PPD con las formaciones económico-sociales de Puerto Rico y con los antagonismos y alianzas de clase expresados en distintos ámbitos de la sociedad puertorriqueña de los cuarenta. Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 es un libro de la nueva izquierda, un movimiento marxiano que rompió con la inflexibilidad y el dogmatismo del marxismo ortodoxo y con lo que Quintero llama el “comunismo institucional.” El libro fue escrito desde un marxismo revisado y refrescado, influenciado por los legendarios Antonio Gramsci y E.P Thompson. Gramsci ha sido uno de los marxistas más influyentes, uno cuyos conceptos son fundamentales para cualquier análisis o critica de una ideología. En efecto, Quintero se valió del concepto gramsciano de hegemonía para examinar como las clases formándose, con sus ideologías particulares, trabajaron para volverse la fuerza hegemónica en la colonia.
La influencia de E.P. Thompson en el libro de Quintero es también significativa. Como planteó David McNally (1995) sobre el famoso historiador:
E.P. Thompson fue una gigantesca figura en el desarrollo de la historia marxista. No tengo dudas en sugerir que hasta el momento fue la figura más importante del Grupo de Historiadores del Partido Comunista Británico cuya lista incluye a Cristopher Hill, George Rudé, Eric Hobsbawm y Rodney Hilton. Y su preponderancia principalmente tiene que ver con el resuelto compromiso político que anima su trabajo: su insistencia en la centralidad de la autoactividad de la clase obrera en el proceso histórico.
El concepto de clases de E.P. Thompson está muy presente en el libro de Quintero. Me refiero al concepto de las clases sociales como procesos históricos. Para Quintero las clases se “definen porque ocurren, no porque son” (15). Thompson, distanciándose de la idea de las clases como “cosas que son”, las concibió, siguiendo a Marx, como fenómenos que ocurren, que acontecen, como procesos y formaciones sociales. Como escribió el propio Thompson en The Making of the English Working Class:
By class I understand an historical phenomenon, unifying a number of disparate and seemingly unconnected events, both in the raw material of experience and in consciousness. I emphasise that it is an historical phenomenon. I do not see class as a “structure,” nor even as a “category,” but as something which in fact happens (and can be shown to have happened) in human relationships.
Para Thompson, las clases sociales eran relacionales, históricas, imbuidas en relaciones reales entre sujetos y grupos reales e históricos en contextos reales. Una clase acontece cuando algunos sujetos, debido a experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus intereses entre ellos y en contra de otros sujetos y grupos cuyos intereses son diferentes y generalmente opuestos a los suyos. La experiencia de clase es formada en gran medida por las relaciones productivas en las que los individuos nacen o entran involuntariamente. Esas relaciones son, por supuesto, conflictivas, contradictorias y dialécticas, esto sin negar las ocasionales colaboraciones y alianzas entre las clases sociales. Como explica el propio Quintero:
Si participamos de un análisis social que considera fundamental incorporar las transformaciones en las clases sociales, y entendemos que la base de éstas está en las relaciones que surgen del modo como se estructura el proceso productivo, entonces las contradicciones sociales deben darse en la dialéctica entre estructura de producción social y acción humana (15).
Esta noción de las clases sociales fue también propuesta por Immanuel Wallerstein y otros proponentes de la Teoría del Sistema Mundo, la que se originó precisamente en los setenta. Para Wallerstein, como para Thompson y Quintero, las clases sociales eran un proceso dinámico de recreación perpetua, de cambio constante en forma y composición. Para él, las clases no tienen una realidad permanente. Más bien se forman, se desarrollan y se consolidan y se desintegran y desagregan, transformándose. Desde esa perspectiva una clase social no es un atributo sino un conjunto de relaciones cambiantes con otras clases en un contexto histórico particular, para Wallerstein un contexto particular a un sistema mundo particular.
Uno de los grandes logros de Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 es precisamente que devela el acontecer de las clases sociales en Puerto Rico, en términos de sus relaciones sociales, antagónicas o colaborativas, expresadas en distintos ámbitos en los años cuarenta, todo en un contexto estructural y material específico. Quintero examinó “la política de la lucha triangular”, las relaciones conflictivas entre el proletariado, la clase descendiente de hacendados, la pequeña burguesía intermediaria y la burguesía antinacional pro-metropolitana, cada una con una ideología particular correspondiente. Cónsono con el concepto de clase en formación este explica que:
En un capitalismo dependiente, impulsado y dominado por el imperialismo, con lo que esto implica en el movimiento de los términos de intercambio, en la reubicación de la inversión (concorde al mercado de capitales del capitalismo matriz) y, por ende, en la inestabilidad de la relación relativa de los factores productivos e implícitamente en el desarrollo de las fuerzas productivas, el desarrollo concreto de la ley general de acumulación capitalista, y su encadenamiento de formas de la sobrepoblación relativa, quebró las bases de la política de clases. Se desvanecía este tipo de política en la medida en que se daba el resquebrajamiento de las clases mismas, tanto a nivel de ubicación estructural como a nivel cultural e ideológico-político.
Fue la gran desesperanza, el desaliento provocado por esos procesos económicos y culturales, atados al imperialismo y la dependencia, lo que produjo un “resquebrajamiento general” que dio paso al surgimiento de una nueva configuración ideológica y de clases que marcaría la década de los cuarenta en la colonia.
Aparte de ser influenciado por Gramsci y Thompson, Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 fue también influenciado por la Escuela de la Dependencia. Sobre esto nos dice el autor:
A nivel latinoamericano, Bases sociales… se ubica entre los Estudios de la Dependencia; en ese importante esfuerzo de quebrar la dicotomía entre lo nacional interno y lo global externo. Lo “externo” se constituye en parte de la dinámica “interna” en los procesos que más tarde se denominarán de colonialidad. Por ello, se hacía necesario, en nuestro caso, estudiar a Puerto Rico a fondo desde adentro; sin obviar la importancia fundamental del colonialismo, no achacarle de manera maniquea todos nuestros males, limitaciones y posibilidades. No meramente denunciar una dominación externa, sino intentar comprenderla internamente. Bases sociales…, como en general los Estudios de la Dependencia, intenta desarrollar análisis rigurosos partiendo de algunas ideas básicas del marxismo (como mayor esfuerzo teórico históricamente desde la izquierda entonces), pero sin dogmatismos, sin temor a aventurarse en la elaboración de conceptos inéditos e ínter relaciones noveles. (12)
La teoría de la dependencia, que asociamos con André Gunder Frank y Samir Amin, entre otros, fue no sólo una respuesta a la teoría de la modernización, tan estudiada en Puerto Rico, sino además una crítica a la U.N. Commission for Latin America de los años sesenta, así como una objeción al llamado marxismo ortodoxo y lo que Quintero llama el “comunismo institucional.” Si distinguimos, como lo hace Alvin Y. So en Social Change and Development, entre los estudios clásicos y nuevos de la dependencia, yo ubicaría el libro de Quintero entre los nuevos estudios de la dependencia. El sociólogo e historiador, como en los nuevos estudios de la dependencia, trata la dependencia, no como un proceso puramente económico, general e impuesto desde afuera que produce polarizaciones regionales, subdesarrollo y estratificación internacional, sino como un proceso histórico específico atado a la dialéctica entre procesos y actores sociales internos y externos a una sociedad particular. Quintero, como los proponentes de los nuevos estudios de la dependencia, integra y afirma la importancia de la historia o de situaciones históricas específicas, las situaciones particulares de Puerto Rico en un periodo dado. Este también enfatiza las actividades internas, aunque sin perder de vista las actividades y procesos externos. Quintero demuestra como el cambiante entorno externo a Puerto Rico, los cambios en las relaciones entre la colonia y Estados Unidos, y las contradicciones y conflictos de clase internos a esta, afectaron y afectan su situación y desarrollo económico. Finalmente, y si en los estudios clásicos de la dependencia se reafirmaba la incompatibilidad entre el desarrollo y la dependencia, Quintero, como en los nuevos estudios de la dependencia, advierte la coexistencia contradictoria de ambos procesos en Puerto Rico. Por ejemplo, Quintero, refiriéndose al proyecto de la industrialización por invitación en la posguerra notó que, a pesar de la dependencia, y a medida que se estabilizaba el dominio internacional estadounidense, proliferaron en Puerto Rico los mercados laborales para la industria de mano de obra intensiva a la vez que se elevaron los niveles de vida en Puerto Rico, lo que estimuló el consumo, beneficiando el capital comercial. En fin, Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 es un buen ejemplo de un estudio histórico-estructural y concreto de la dependencia en el Puerto Rico de los cuarenta. Es, además, y repito, uno que enfatiza conflictos internos de clase, y su relación a la administración colonial, por lo que, y sin perder de vista las dimensiones económicas de la dependencia, reconoce y afirma la importancia de examinar sus dimensiones sociopolíticas, incluyendo, por supuesto, sus dimensiones ideológicas.
El Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña (CEREP) también influenció el libro de Quintero. Este escribió su libro, como nos señala él mismo, desde un CEREP caracterizado por un agudo intercambio intelectual y una “rigurosa (y dura) crítica fraternal.” Muchos de los investigadores y estudiosos de la sociedad puertorriqueña vinculados al CEREP revisaron críticamente sus disciplinas, así como la realidad puertorriqueña, como lo sugiere el nombre del centro. Quintero, como refleja Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50, hizo lo propio con la sociología y el marxismo.
Sobre el fracaso de una clase en formación
En la crisis económica de los treinta y cuarenta, la economía local enfrentó cambios dramáticos en los términos de intercambio, y se redujeron el ingreso per cápita y los sectores directamente productivos. El desempleo y la presencia de una sobrepoblación relativa, de una población obrera desempleada y marginada, agravaron la situación. Quintero vincula estos procesos al quebrantamiento de la política de clases, incluyendo la transformación del movimiento laboral y de las instituciones obreras y el ocaso de las clases tradicionales. El autor también vincula esos procesos a la transformación del sector profesional. La crisis hizo posible el surgimiento de una nueva clase-en-hacerse, una clase profesional que, aunque agarrada a la cultura de haciendas promovió la modernización del Estado colonial. En sus esfuerzos por concretar el dominio ideológico, de hacerse la clase hegemónica, con el PPD como instrumento político y con el apoyo de varios sectores importantes de la sociedad puertorriqueña, esta clase se impuso, dominando la política de entonces. No obstante, esta pasó por transformaciones ideológicas que terminaron en la movilización de un populismo maniqueo y de lo que Quintero llamó un “nacionalismo de bolero.” Esta clase definió el Estado colonial como la encarnación del pueblo y como el gestor de la economía planificada, recurriendo a un discurso mutilado de justicia social que desplazó la lucha de clases. Quintero menciona otros tres cambios ideológicos posteriores de gran importancia en el estudio de la historia del PPD. Primero, este partido abandonó el énfasis en un Estado comprometido con las “reivindicaciones populares” para promover y concretar un Estado mediador de intereses conflictivos. Segundo, el PPD giró hacia la formación de un Estado dedicado a instituir las condiciones necesarias para el crecimiento económico, dejando atrás la idea de un Estado participe de la producción económica. Finalmente, el partido cambió su posición respecto al centro, de un partido que favorecía la independencia a uno autonomista.
La clase vinculada al PPD no logró consolidarse. En el epilogo de su libro Quintero nos advierte, aunque no provee el análisis, que esta clase-en-hacerse no logró convertirse en una fuerza hegemónica porque esta fue perdiendo su pertinencia para los puertorriqueños, quienes enfrentaban los cambios en el capitalismo posterior a los setenta, con la llegada del post-fordismo, la acumulación flexible, y una nueva lógica cultural capitalista. Ante estos procesos de cambio, las políticas económicas y sociales del PPD perdieron su vigencia y fue incapaz de adaptarse a las mutaciones del capitalismo. Al final, y como concluye Quintero, “… el capitalismo se comió a esa clase y se fue comiendo su mito, por eso la bancarrota ideológica de su descendencia,” la del PPD de hoy.
Sobre los populismos de ayer en Puerto Rico y Estados Unidos
Cuando Quintero escribió su libro en los setenta el populismo había dirigido la colonia por más de dos décadas, por lo que era para este sociólogo e historiador cardinal analizarlo y entenderlo. Pero, advierte, que para el lector contemporáneo es importante aclarar que, como otros populismos latinoamericanos de entonces, el puertorriqueño fue un movimiento en muchos sentidos progresista, distinto al populismo chauvinista y reaccionario que hemos visto en Estados Unidos en los últimos tiempos. Quintero está en lo correcto. El populismo puertorriqueño de los cuarenta no es, por ejemplo, igual al populismo de la ultraderecha estadounidense de hoy, un profundamente nacionalista, racista y xenofóbico. Sin embargo, para los estudiosos del populismo y los lectores contemporáneos sería un ejercicio necesario, y ciertamente interesante, comparar el populismo puertorriqueño de entonces, no sólo con los populismos latinoamericanos, sino además con los diversos populismos estadounidenses de esa misma época, los de los treinta y cuarenta. Algunas corrientes populistas estadounidenses de entonces fueron progresistas también, fuertemente influenciadas por el comunismo, el socialismo y el movimiento laboral. De hecho, el populismo examinado por Quintero tiene elementos en común con el populismo del llamado Frente Popular estadounidense, aunque también algunas diferencias importantes. Podríamos inclusive decir que el Frente Popular estadounidense fue mucho más progresista que el populismo puertorriqueño.
En efecto, y como notó Michael Denning (1997: 124) refiriéndose a los treinta: “The People became the central trope of left culture in this period, the imagined ground of political and cultural activity, the rhetorical stake in ideological battle. The cultural front imagined itself as a ‘people’s culture’.” En aquella época importantes figuras del frente popular adoptaron el concepto del pueblo, incluyendo al escritor y crítico literario Kenneth Burke, quien expresó lo siguiente: “The Symbol I should plead for, as more basic, more of an ideal incentive, than that of the worker, is that of “the people.” El giro al populismo en aquellos años fue interpretado por muchos como el abandono del proletarianismo radical, la adopción de un liberalismo sentimental que disolvió la lucha de clases, oscureciéndola en la unidad imaginada del pueblo, en la homogeneización populista del pueblo. Pero si como demuestra Quintero ese fue el caso del populismo del PPD en Puerto Rico, ese no fue el caso del frente popular estadounidense, como demuestra Denning. Para este último, no podemos al examinar el frente popular confundir su retórica populista con su política populista, pues la política del frente, a pesar de su retórica, siguió siendo una política de clases, lo que no ocurrió con el PPD en Puerto Rico. La política del frente popular estuvo caracterizada por el obrerismo social-democrático del unionismo industrial, muy militante entonces, y por un pluralismo étnico que imaginó la nación como una nación de naciones. El frente apoyó además una política antifascista que defendía la solidaridad internacional. Esto sugiere la influencia del Partido Comunista y de la CIO. Además, la retórica populista del frente popular no implicó la adopción indiscriminada de las retórica e ideas populistas del Nuevo Trato. Más bien fue una respuesta a los diversos populismos en competencia en aquella época, incluyendo los populismos novotratista y los de derecha, estos últimos un antecedente del populismo racista y chauvinista de hoy. La proliferación y diversidad del populismo se debió a que la crisis de los treinta fue no solo una crisis económica y política sino además una crisis de representación, esto a medida que diversos grupos y sectores se distanciaron de los partidos e instituciones políticas tradicionales, que entendían que no les representaban. Finalmente, y en el caso del frente popular, un movimiento también cultural, el “pueblo” fue un problema estético formal. Se trataba de idear las mejores formas de representar y hablarle al pueblo, aunque como explica Denning fue curiosamente la ausencia del pueblo, no su presencia, lo que caracterizó las obras culturales del frente popular, un frente arraigado a la política de clases.
Para concluir. . .por el momento
Como indiqué antes Bases Sociales de la Transformación Ideológica del Partido Popular Democrático en la Década de 1940-50 fue rescatado del ayer para examinar el presente, ayudarnos a clarificar y analizar mejor las discusiones sobre la hoy “desautorizada ilusión autonomista” del Estado Libre Asociado, la bancarrota del desarrollismo y de la industrialización por invitación y la crisis ideológica del PPD. Y claro, se trata de una historia y análisis del fracaso de una clase en formación, del quebranto de sus aspiraciones y esfuerzos hegemónicos. En efecto, el libro de Quintero es una rica contribución a estas discusiones y un excelente punto de partida para entender la política, y la economía, de hoy.